Imagina un mundo en el que los tratamientos médicos estén pensados específicamente para nosotros. No es ciencia ficción: es la premisa de la medicina personalizada, una posible nueva metodología que consiste en tratar a cada paciente de forma individualizada.
Si, por ejemplo, nos duele la cabeza, suele ser habitual que el médico nos recete un analgésico. Sin embargo, mediante un enfoque de medicina personalizada, el médico puede tener en cuenta otros factores, fundamentalmente genéticos, para tomar una mejor decisión sobre la prescripción más adecuada. Es decir, la medicina personalizada supondría el fin del “café para todos”.
¿Qué beneficios puede tener la medicina personalizada?
En efecto, a través de la medicina personalizada, los especialistas pueden seleccionar aquellos tratamientos específicos que son más efectivos para un paciente concreto. Esto permitiría mejorar no solo los resultados del tratamiento, sino también minimizar los posibles efectos secundarios.
Pero, además, la implementación de la medicina personalizada puede tener otros beneficios, como los siguientes:
- Mayor prevención: la medicina personalizada permite que los médicos puedan predecir la susceptibilidad de cada paciente a ciertas enfermedades. De esta forma, se pueden tomar medidas preventivas antes de que aparezca la enfermedad o sus síntomas.
- Diagnóstico preciso: esta modalidad utiliza pruebas moleculares avanzadas, lo que permite hacer diagnósticos más precisos. Esto es especialmente útil en el campo de la oncología, donde el tipo de tumor y la etapa de la enfermedad pueden variar significativamente.
- Reducción de costes: a largo plazo, la medicina personalizada puede ayudar a reducir los costes de la atención médica al evitar tratamientos ineficaces y posibles hospitalizaciones innecesarias.
¿Qué hace falta para lograr que se haga realidad?
Lo cierto es que todavía estamos lejos de que la atención médica sea personalizada. Para ello, es necesario el desarrollo de ciertas áreas de la medicina. Son las siguientes:
- Farmacogenómica: consiste en entender cómo los genes influyen en la forma en que respondemos a los medicamentos. Con esta información en la mano, los médicos pueden recetar fármacos y dosis más adecuadas para cada individuo.
- Pruebas de diagnóstico molecular: enfermedades como el cáncer y otros trastornos neurológicos se pueden diagnosticar precozmente a través de este tipo de pruebas.
- Análisis del genoma: la secuenciación del ADN de los pacientes permite entender mejor el riesgo de desarrollo de enfermedades y la respuesta a las distintas terapias.
Este tipo de medicina es más que una tendencia. Es el camino que debemos seguir para cuidar, todavía más, nuestra salud. La buena noticia es que está más cerca de lo que creemos: quizás no sea la medicina del futuro lejano, sino la de mañana.