Imagina que vas por la calle y, de repente, sientes un mareo intenso y tu visión se nubla hasta oscurecerse. De manera incontrolable, notas cómo tu presión arterial disminuye, te sientes débil y las piernas te fallan. Esta descripción puede corresponderse con un desmayo o síncope, pero ¿qué es exactamente?
¿Qué es y cuáles son las causas del síncope?
El síncope es un problema común que afecta a entre el 15 y el 39% de la población general. Consiste en la pérdida súbita y transitoria de la conciencia y del tono postural. Aunque no tiene por qué suponer un problema per sí solo, es importante saber por qué se ha producido. Estas son algunas de las principales causas:
- Síncope neuromediado: es el tipo más común de síncope. Surge tras la alteración (normalmente transitoria) de los reflejos que son responsables de mantener la presión arterial y el ritmo cardiaco. Como consecuencia, el corazón se ralentiza y disminuye la presión arterial, lo que conduce a una menor llegada de sangre al cerebro. Dentro de estos, también existe una variante vasovagal, producido por una respuesta alterada del sistema nervioso. Puede desencadenarlo un dolor intenso, el miedo, estar de pie mucho tiempo, agobio, nerviosismo, etcétera.
- Síncope cardíaco: la pérdida de conciencia se origina en una alteración cardiovascular. Es potencialmente mortal. Las arritmias o taquicardias son las causas más frecuentes.
- Síncope ortostático: puede suceder cuando una persona se pone de pie, a causa de un descenso brusco de la presión arterial.
Además de estos, existen otros tipos de síncopes asociados a situaciones específicas, como toser, orinar o tragar, entre otros.
En algunas ocasiones, el síncope puede estar relacionado con la falta de sustratos en el sistema nervioso central, como oxígeno o glucosa. Esta situación puede darse, por ejemplo, en personas con diabetes que sufren una hipoglucemia.
¿Cuáles son los síntomas y qué hacer?
Suele ir precedido por diversos síntomas de advertencia (presíncope). Son los siguientes:
- Mareos.
- Náuseas.
- Sensación de calor.
- Palidez.
- Sudoración.
- Debilidad.
- Visión borrosa.
También se puede experimentar percepción de mareo y desvanecimiento inminente. Por ello, y para evitar golpes, es importante tumbarse o sentarse en cuanto se note algunos de ellos.
Cuando se produce es habitual que la persona permanezca inmóvil y flácida, con los miembros fríos, el pulso débil y respiración superficial. Es posible, además, que aparezcan movimientos involuntarios. Los desmayos van seguidos, normalmente, de una recuperación espontánea. De cualquier forma, es importante esclarecer qué ha causado el desmayo por si fuera necesario establecer un tratamiento.