Un anticuerpo es una proteína que produce nuestro sistema inmune para protegernos de algunas bacterias, virus y otros agentes. Los anticuerpos se “especializan” en reconocer cada tipo de patógeno, marcándolo para que otras células del sistema inmune lo identifiquen y eliminen. De esta manera, un anticuerpo monoclonal es una versión creada en el laboratorio de estas moléculas, y que tiene aplicaciones en el diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades.
¿Cómo funciona un anticuerpo monoclonal?
El proceso de crear un anticuerpo monoclonal es complejo. Primero, los científicos deben identificar el antígeno, una molécula presente en la célula o patógeno que se quiere combatir. Después, a través de diferentes técnicas, logran producir anticuerpos que actúan de forma selectiva contra estos antígenos. De esta manera, dirigen el ataque a las células diana sin dañar a las sanas. Por eso los anticuerpos monoclonales son tan precisos: son el arma perfecta para combatir enfermedades complejas que requieren tratamientos muy focalizados.
¿Qué aplicaciones tienen los anticuerpos monoclonales?
Actualmente, los anticuerpos monoclonales han demostrado su valor en el tratamiento de una amplia gama de enfermedades, especialmente en el ámbito oncológico e inmunológico. Estas son algunas de las principales aplicaciones de los anticuerpos monoclonales:
- Oncología: se utilizan para tratar diferentes tipos de cáncer como el de mama o pulmón, entre otros. Los anticuerpos monoclonales identifican y atacan a las células tumorales, impidiendo así su crecimiento.
- Inmunología: en enfermedades como la artritis reumatoide o el lupus, los anticuerpos monoclonales modulan la respuesta inmunológica frenando la inflamación y el daño a los tejidos sanos.
- Enfermedades infecciosas: estas terapias han sido clave para la lucha contra enfermedades como la COVID-19, donde se emplearon para neutralizar el virus en algunos pacientes. Además, también se investiga su aplicación en patologías como el VIH o el ébola.
En paralelo, los anticuerpos monoclonales también se emplean en el diagnóstico clínico, por ejemplo, de desórdenes hormonales; y en el desarrollo de nuevos medicamentos.
Fuera del sector biotecnológico, los anticuerpos monoclonales también tienen aplicaciones en otros sectores, como el agrícola. En este sentido, ayudan a detectar patógenos en las plantas y a controlar plagas de forma menos invasiva, protegiendo los cultivos y reduciendo el uso de pesticidas.
¿Qué retos tienen por delante las terapias con anticuerpos monoclonales?
A pesar de los beneficios que pueden suponer las terapias con los anticuerpos monoclonales, también enfrentan algunos desafíos, como los efectos secundarios que pueden causar. Además, el desarrollo de estas terapias tiene un coste muy alto que limita mucho su acceso. De cualquier forma, se espera que estos tratamientos sean cada vez más accesibles, convirtiéndose en una herramienta clave de la medicina personalizada.