Las lesiones deportivas son un daño en alguna parte del cuerpo causada por un golpe, una mala posición, una caída… y da igual si eres nuevo en esto del deporte como si llevas practicándolo desde que tienes uso de razón: las lesiones pueden llegar en cualquier momento a cualquier persona.
Los deportistas más experimentados sabrán que calentar adecuadamente antes de comenzar a hacer ejercicio y tomarse su tiempo a estirar bien después de cada sesión de entrenamiento, son dos puntos clave que ayudarán a evitar la aparición de lesiones y prepararán al cuerpo para lo que continúe. Estos ejercicios te ayudarán a aumentar la resistencia, la fuerza y la flexibilidad, y multiplicarán el efecto saludable de la práctica de deporte; al comienzo activarán el riego sanguíneo y al finalizar favorecerán que los músculos se relajen y se recuperen antes del esfuerzo.
Además, para evitar lesiones hay otros detalles a tener en cuenta como, por ejemplo, evitar realizar grandes esfuerzos después de largos períodos de inactividad, utilizar el material deportivo adecuado, cumplir las normas de higiene postural propias del deporte que se practica, establecer un programa de ejercicios que desarrolle la musculatura empleada en la práctica deportiva y ejecutarlo correctamente o visitar a un especialista que te ayude a determinar la rutina óptima para ti.
Aun teniendo todos estos puntos claros quizá no puedas esquivar siempre tres de las molestias más comunes: los calambres musculares, torceduras y esguinces, y las roturas fibrilares.
Los calambres se producen cuando un músculo se sobrecarga o lesiona. Producen un dolor intenso e inhabilitan al individuo durante un breve periodo de tiempo. Ante ellos se debe parar el ejercicio, estirar y masajear el músculo; y solo cuando el dolor sea muy intenso se debe aplicar hielo. Para evitarlos, toma alimentos ricos en potasio como el plátano y mantente hidratado.
Más intensos que los calambres son las torceduras, que se producen en las articulaciones y afectan a los ligamentos; y los esguinces, que afectan a músculos o tendones. Ambas afecciones puede que no causen un gran dolor cuando se produzcan, pero sí más tarde; sus síntomas son dolor, movilidad limitada, inflamación e incluso moratones. El mejor tratamiento inicial es reposo, hielo y vendaje de compresión, y si se ha producido en el pie o rodilla, mantenerlo en alto.
La rotura fibrilar es una lesión que sucede cuando el músculo realiza al tiempo una contracción violenta y un estiramiento, provocando un desgarro que puede ser de grado 1, 2 o 3. Además, también puede ocurrir por una sobrecarga muscular de repetición. Una vez sufrida la rotura, el médico determinará el tratamiento adecuado dependiendo de la gravedad de la lesión, este puede ir desde la aplicación de vendajes funcionales y la exigencia de reposo hasta la intervención quirúrgica.
Si no has podido escapar de sufrir una lesión lo primero que debes hacer es acudir a que te vea un médico para que examine la zona dañada y lo trate adecuadamente para que se cure bien.