Lo intento, me machaco, como menos, pero me sigo preguntando: ¿por qué no adelgazo? ¿por qué por mucho que me esfuerzo no consigo adelgazar? ¿por qué si adelgazo después de unos meses vuelvo a recuperar los kilos perdidos con sangre, sudor y lágrimas?
Respuestas hay muchas, pero principalmente una. Ingieres una cantidad de calorías superior a la que gastas y eso provoca que no adelgaces. Esta situación te desespera y abandonas la vida incómoda de la dieta y de la alimentación sana para dejarte caer en los brazos de los azúcares, las grasas y el sofá con la tele. La hamburguesa te llama a gritos y tú te dejas seducir por los cantos de sirena.
Esto te hace entrar en una rueda sin fin de decenas de dietas milagro que vas abandonando. Hasta que encuentras una que funciona y, milagro, pierdes peso rápidamente. Tras unos meses de felicidad llega el temido efecto rebote y vuelves a engordar y a darle vida a tus frustraciones: ¿por qué no adelgazo?
En resumen, vas conociendo los errores más comunes a la hora de intentar adelgazar.
¿Cuáles son los problemas por los que no adelgazo?
No existe un único motivo por el que a unas personas les cuesta más adelgazar que a otras, pero estos problemas son los más habituales:
- Tu metabolismo va lento. La tiroides es la glándula que regula tu metabolismo y su funcionamiento inusual es una de las causas principales en la aparición del sobrepeso.
- Una cuestión de horarios. Mantener el horario a rajatabla ayuda a que el organismo acelere su metabolismo de manera que el cuerpo esté preparado para aceptar los nutrientes para su gasto y no para su almacenamiento en forma de grasa.
- Ser hombre o mujer o más o menos joven. Las mujeres de mediana edad con más grasa en el abdomen tienen más riesgo de padecer problemas cardiacos o cáncer. Los problemas en los hombres se encuentran tanto en la mediana edad como anteriormente.
- Comer bien y saludable. Huir de azúcares añadidos, alimentos envasados o carnes rojas y dejarse subyugar por la fruta, las legumbres, el pan integral o el pescado azul.
- Comer junto a gente saludable. No es malo comer en compañía de otras personas, pero solo si esas personas comen de forma saludable. En el caso de la familia, es conveniente proponer un pequeño cambio de hábitos para todos que favorezca que puedas comer en compañía y que la comida no se transforme en un suplicio solitario, aburrido y desesperante.
- Moverse. Una gran amiga de la obesidad o el sobrepeso es la vida sedentaria, porque evita quemar calorías. Es recomendable realizar ejercicio físico a diario o, al menos, cuatro días a la semana. No hace falta que este sea de alta intensidad: basta con correr, caminar o nadar.
- Como lo mismo que antes y engordo. Si reducimos la actividad física y mantenemos la ingesta, finalmente, engordaremos.
- Alimentos que producen intolerancias. Ciertas intolerancias alimentarias pueden causar trastornos como hinchazón abdominal o un volumen corporal inconveniente.
Los problemas fisiológicos para adelgazar. Control del hipotálamo
Antes decíamos que para perder peso hay que ingerir menos calorías de las que gastamos, aunque la realidad es que esa regla no siempre se cumple. Nuestro organismo es conservador y si recibe pocas calorías toma la decisión de que debe gastar pocas para subsistir.
Es un mecanismo de autodefensa del cuerpo, que tiene una tendencia natural a mantenerse en el peso en el que está y hace caso omiso de la dieta.
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué no adelgazo? A causa de la homeostasis, que es el proceso que controla nuestro hipotálamo (el centro de control del sistema endocrino del cerebro). Se produce por diversos factores:
- Las hormonas. La falta de la hormona leptina es interpretada por el hipotálamo como una debilidad física del cuerpo y envía señales al cerebro para comer más alimentos. Además, la grelina y la anilina regulan el apetito y la sensación de saciedad en nuestro cuerpo.
- Reducir el gasto calórico. Al comer menos, reducimos nuestro gasto calórico y el cerebro reconoce que tenemos menos energía. Manda entonces a los músculos que ahorren energía por si acaso nos falta en un momento dado. Al gastar menos energía, nuestra posibilidad de adelgazamiento disminuye significativamente.
- Aunque no lo creamos nuestro organismo tiene memoria. Hay hormonas que no reconocen la menor ingesta como una decisión del cerebro y siguen mandando órdenes para pedir más ingesta y, por lo tanto, más energía.
Pequeños trucos para adelgazar
- Mirar poco la báscula. Se puede conseguir un efecto nocivo que tiene mucho que ver con la desesperación por el minutero que no avanza o por el kilo que no se baja.
- Olvidar las dietas milagro. Son las verdaderas provocadoras del temido “efecto rebote”. Al principio funcionan y pierdes kilos a una velocidad que te llena de orgullo y satisfacción, pero nada más acabar la dieta y volver a tu vida digamos normal, los kilos vuelven a velocidad de vértigo e incluso te cae alguno de más.
- Stop a los productos “light”. Aunque es verdad que contienen menos grasas, mantienen el nivel de azúcares, féculas y harinas que nos impiden avanzar en el proceso de adelgazamiento.
- Ponerse el chándal. El deporte tonifica el cuerpo y hace desaparecer la flacidez que se produce cuando adelgazamos.
- No te saltes la dieta. Aléjate del “no pasa nada, pues es solo un día”. Ese es el principio del fin.
- Ojo con el metabolismo lento, puede impedirte adelgazar.
- Come bien, come saludable y a las horas debidas, eso ayuda mucho.
- No pongas a la familia a plan pero busca una dieta saludable para todos en la que encaje tu adelgazamiento.
- Haz deporte para adelgazar y mantén el listón de ejercicio cuando hayas bajado los kilos que querías.