Hay nombres que resuenan con fuerza, eso lo debe saber bien Gregorio Marañón, presidente de la Fundación Ortega- Marañón y del Teatro Real, nieto del médico, historiador y humanista liberal Gregorio Marañón. En este nuevo episodio de La Mirada ASISA hacemos un repaso con el presidente de dos grandes fundaciones y un teatro, recién nombrado el mejor teatro de ópera del mundo, sobre el pensamiento, la cultura, la música, la tecnología, el feminismo y su visión del mundo actual.
El pensamiento de dos grandes nombres
Gregorio Marañón es presidente de las fundaciones Ortega- Marañón, dos nombres de gran calado dentro del pensamiento y la cultura de España con virtudes destacables que están de actualidad. ¿Qué destacaría de ellos? ” De Ortega su europeismo, entendida como una institución colectiva depositaria de lo mejor de nuestra cultura y, además, una esperanza. Y de Marañón destacaría su liberalismo, entendido como una manera de ser, una conducta, una forma de relacionarse que consiste en asumir que ninguno somos depositarios de la razón y la verdad. Se trata del respeto al otro, el reconocimiento, cada uno tenemos nuestra parte de razón y de verdad”.
La tecnología y la música
Durante toda la charla, el presidente del Teatro Real, tiene unas palabras clave marcadas, el pensamiento, la cultura, la tecnología. Sobre la tecnología, en concreto sobre la llegada de la inteligencia artificial, expresa su convicción de que “vivimos en un momento inimaginable. La llegada de cualquier adelanto tecnológico produce asombro, miedo, pero también esperanza” y añade que está claro que esta nueva forma de hacer las cosas tiene riesgos, pero también es una forma de “democratizar el conocimiento”. Pero es optimista y cree que finalmente “sacaremos fruto de todas sus potencialidades”.
Algo que apena profundamente a Gregorio Marañón es la poca formación musical que hay en nuestro país: “Tenemos una escasez de de formación musical en los centros escolares.”
Su visión del mundo actual
El presidente de la Fundación Ortega- Marañón y Teatro Real se define como un optimista, aunque cuando se le pregunta por su visión del mundo contesta “tengo una visión muy crítica pero no quiero que sea contradictorio con mi positivismo. Ciertamente estamos en un periodo con dos guerras y un fenómeno preocupante que es la crisis de los sistemas democráticos. Estamos en un momento de polarización y desde nuestras fundaciones queremos contribuir al estudio sobre el diálogo. La cultura democrática es lo único que puede permanecer”. Y, recuperando su optimismo innato añade: “Sin educación no se logrará la reincorporación de esos principios democráticos y que la implementen las nuevas generaciones, pero no tengo duda que volveremos a encontrar esa educación democrática.