El albaricoque es un fruto similar al melocotón, pero de tamaño mucho más pequeño. Su color varía entre el amarillo pálido y el anaranjado con tonalidades rojas. A diferencia de otras frutas, la pulpa del albaricoque no es muy jugosa, ya que presenta una textura fibrosa y consistencia harinosa cuando está maduro.
El albaricoque es el fruto del albaricoquero, un árbol perteneciente a la familia de las rosáceas. Y aunque se trata de un fruto que viene de Asia, la zona mediterránea acabó adoptando su cultivo. Por eso en España se pueden encontrar albaricoques de proximidad entre el final de la primavera y el final del verano.
Beneficios del albaricoque
El albaricoque se caracteriza por su bajo contenido calórico en comparación con otras frutas, aunque que posee una elevada cantidad de agua y una modesta cantidad de hidratos de carbono. Sin embargo, lo que lo hace destacar es su abundancia de fibra, lo cual favorece el tránsito intestinal y contribuye a una buena salud digestiva. Otros beneficios de los albaricoques incluyen:
- Alto contenido de beta-caroteno: este compuesto, que es un potente antioxidante, ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y cáncer.
- Fuente de potasio: esto convierte al albaricoque en un alimento diurético. Se recomienda su consumo en el tratamiento dietético de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial, y en casos de retención de líquidos.
- Minerales esenciales para la sangre: los albaricoques contienen hierro, cobre y cobalto, minerales clave en la formación y maduración de los glóbulos rojos.
- Contiene taninos: los taninos son compuestos que poseen propiedades astringentes, antiinflamatorias y antioxidantes. Estos pueden ayudar a secar y desinflamar la mucosa intestinal, siendo beneficiosos en casos de estómagos delicados y digestiones pesadas.
Por último, es importante tener en cuenta que el consumo de albaricoques debe ser moderado en personas con cálculos renales debido al contenido de ácido oxálico.
Una merienda estrella
Esta fruta se consume principalmente en su forma fresca, pero también se utiliza para la elaboración de compotas, mermeladas, zumos y los populares ‘orejones’, que son albaricoques secos. En este sentido, te mostramos cómo hacer un bizcocho de albaricoque que no dejará indiferente a nadie.
- Lava y corta 6 albaricoques maduros en mitades.
- Bate 3 yemas de huevo con 100 gramos de azúcar, 50 mililitros de aceite y 50 gramos de yogur natural. Agrégale esencia de vainilla al gusto.
- En un cuenco aparte, mezcla 150 gramos de harina, levadura y sal. Añádelo a la masa anterior.
- Bate las claras de los 3 huevos anteriores a punto de nieve y agrégalas a la masa.
- Precalienta el horno a 180ºC.
- Engrasa un molde para bizcocho y vierte la masa preparada. Coloca trozos de albaricoque sobre ella y hornéala durante 30-35 minutos.
- Espolvorea con azúcar glass y deja que el bizcocho enfríe antes de desmoldar.
De este modo, obtendrás un bizcocho de albaricoque que protagonizará las meriendas del verano.