El término procrastinar se ha convertido, en los últimos años, en una palabra recurrente y un fenómeno típico de nuestra sociedad. Pero, ¿qué es exactamente procrastinar y qué implicaciones tiene? Y, sobre todo, ¿cómo dejar de hacerlo?
¿Qué es procrastinar y cómo nos afecta?
Procrastinar es el hábito de retrasar tareas importantes y sustituirlas por otras actividades irrelevantes o más agradables en el corto plazo. Las personas que procrastinan dejan de hacer las tareas por el miedo a afrontarlas o pereza a realizarlas.
Este comportamiento es común y puede afectar negativamente tanto en el ámbito personal como profesional. No solo reduce la eficiencia y la calidad del trabajo realizado, sino que también puede incrementar el estrés y la sensación de culpa, creando un ciclo vicioso difícil de romper.
La procrastinación crónica puede, además, tener consecuencias negativas en la salud mental, pudiendo producir ansiedad o incluso depresión por la frustración de no llegar a las metas.
Consejos para dejar de procrastinar:
Debido a las implicaciones de la procrastinación tanto en la productividad y como en la salud, es importante conocer técnicas que nos pueden ayudar a combatirla. Estas son algunas de ellas:
- Aprender a priorizar y hacer primero lo más difícil: la falta de prioridadesclaras es una de las principales causas de la procrastinación. Para combatirlo, es fundamental establecer un sistema de prioridades efectivo. Una técnica útil es la matriz de Eisenhower, que clasifica las tareas en 4 categorías:
- Urgentes e importantes.
- Urgentes, pero no importantes.
- Importantes, pero no urgentes.
- Ni urgentes ni importantes.
Al enfocarse en las tareas urgentes e importantes primero, se garantiza que se aborden las responsabilidades más críticas sin dejarlas de lado.
- Acabar las cosas: finalizar las tareas ya iniciadas es esencial para evitar la acumulación de pendientes y, con ello, la procrastinación. Para lograrlo, es útil practicar la técnica del “time blocking” o bloqueo de tiempo, que consiste en asignar periodos específicos del día para trabajar en tareas determinadas sin interrupciones. Es importante organizar estas tareas y dosificarlas en pequeñas metas para gestionar mejor la actividad. Además, puede ayudar hacer una lista de comprobación (o checklist) de las tareas diariamente y revisarla al final del día.
- Evitar las distracciones: las distracciones son uno de los principales enemigos de la productividad. Identificar y minimizar las fuentes de distracción es crucial para mantener la concentración en las tareas importantes. Para esto puede ayudar apagar las notificaciones del teléfono o crear un entorno de trabajo ordenado que no dé pie a despistes.
En cualquier caso, dejar de procrastinar es una tarea complicada, por lo que debemos tomárnoslo con calma. No podemos cambiar un hábito de un día para otro.