Comprender los distintos tipos de personalidad nos puede ayudar a mejorar las relaciones interpersonales y también mostrarnos nuevos aspectos de nuestro propio carácter. Desde mejorar nuestras relaciones familiares o laborales, hasta aprender a expresar nuestras emociones de forma eficaz a otras personas.
Durante siglos, filósofos, médicos y psicólogos han tratado de clasificar los distintos tipos de personalidades. Esto ha generado multitud de categorías, algunas más sencillas y otras más complejas. Una de las teorías más aceptadas en la actualidad es la de los cardiólogos Friedman y Rosenman a mediados del siglo XX. Ambos médicos propusieron una clasificación de 4 tipos de personalidad: tipo A, tipo B, tipo C y tipo D. En función de las características presentes en su comportamiento, cada persona encajaría en un tipo u otro.
Principales características de los tipos de personalidad
Personalidad tipo A: las personas que siguen este patrón son competitivas e impacientes, lo que puede llevarles a ser hostiles e incluso agresivos. Suelen fijarse objetivos concretos y ser prácticos a la hora de intentar conseguirlos. Tienen por lo general un carácter emprendedor, ya que asumen riesgos con facilidad. En cambio, son personas a las que les cuesta relajarse, por lo que deben lidiar con altos niveles de estrés.
Personalidad tipo B: en estas personas destacan los rasgos de alegría, sociabilidad, tolerancia y flexibilidad. Son poco competitivas y aceptan los errores con facilidad, de forma que no suelen verse afectadas por el estrés. Aunque están menos orientados a los objetivos que las personalidades de tipo A, son personas muy creativas.
Personalidad tipo C: esta tercera tipología viene marcada por la lógica y el análisis. Las personalidades tipo C tienden a ser reservadas, profundas y muy prudentes, por lo que tienen menos relaciones sociales. Estas personas suelen prestar una gran atención a los detalles y detectan cosas que otras personas pasan por alto. Evitan correr riesgos en la toma de decisiones, ya que esperan a contar con la información completa. A veces reprimen las emociones negativas y les cuesta lidiar con el estrés.
Personalidad tipo D: las personas que se ajustan a este patrón suelen sentir angustia, tristeza, pesimismo o irritabilidad. Esto les lleva a ser inseguros y a la inhibición social, por lo que suelen sufrir estrés.
Friedman y Rosenman relacionaron estas personalidades tipo y su forma de enfrentar el estrés con el riesgo de enfermedades cardíacas. Así, descubrieron que las personalidades tipo A son más propensas a sufrir un infarto. Otras investigaciones encontraron que las personalidades tipo D también son propensas a enfermedades cardíacas y que las tipo C desarrollan mayor riesgo de cáncer.
- Conocer las principales categorías de personalidades nos puede ayudar a mejorar nuestras relaciones personales.
- Nuestra personalidad y la forma de enfrentarnos al estrés impacta en nuestra salud.
- Conocer mejor nuestra propia tipología de personalidad nos puede mostrar aspectos de nosotros mismo que desconocemos.