Chuparse el pulgar: ¿qué hago para que mi hijo deje de hacerlo?

Compartir

Chuparse el pulgar es un hábito común en los bebés y niños pequeños, y un reflejo inconsciente en los recién nacidos. Muchos bebés encuentran consuelo al succionar su dedo, lo que les ayuda a calmarse y relajarse, especialmente a la hora de dormir.

Este hábito es completamente normal durante los primeros meses de vida y, de hecho, la mayoría de los niños lo abandonan de manera natural antes de los dos años.

¿Qué consecuencias puede tener chuparse el pulgar?

Si la succión del pulgar continúa más allá de los dos años, puede empezar a generar problemas en la salud bucal del niño. A partir de esta edad es cuando los dientes comienzan a salir y el desarrollo del paladar se acelera. La presión constante del dedo en la boca puede interferir en este proceso, dando lugar a problemas dentales que pueden ser difíciles de corregir sin intervención:

  • Mordida abierta: uno de los problemas más comunes asociados con la succión del pulgar es la mordida abierta. Esto ocurre cuando los dientes frontales superiores no se encuentran correctamente con los dientes inferiores al cerrar la boca, creando un espacio abierto entre ellos. Esto puede afectar tanto la masticación como la apariencia estética de la sonrisa.
  • Deformación del paladar: la succión constante también puede provocar una deformación en el paladar, haciéndolo más estrecho de lo normal. Esto no solo afecta la alineación de los dientes, sino que también puede causar problemas respiratorios y del habla a medida que el niño crece.

Este hábito, además de tener repercusiones físicas, también puede tener repercusiones a nivel de salud mental. A partir de ciertas edades aumenta el rechazo social ante el hábito, lo que puede alterar el desarrollo emocional del niño.

¿Cómo ayudar a tu hijo a dejar de chuparse el pulgar?

Afortunadamente, existen diversas estrategias que pueden ayudar a los padres a guiar a sus hijos para abandonar este hábito antes de suponer un problema para la salud bucodental:

  1. Refuerzo positivo: es importante que los padres no regañen ni castiguen a los niños por chuparse el pulgar, ya que esto puede aumentar la ansiedad y hacer que el hábito persista. En su lugar, elogiarlos cuando no lo hacen puede ser efectivo.
  2. Identificar los desencadenantes: los niños recurren a chuparse el pulgar cuando se sienten estresados, cansados o inseguros. Identificar estas situaciones puede ayudar a los padres a calmar a sus hijos.
  3. Recordatorios suaves: existen productos como vendajes o soluciones de sabor amargo que se pueden aplicar en el pulgar para disuadir al niño de chuparlo. Estos métodos funcionan como recordatorios suaves y no son invasivos.

En cualquier caso, si el hábito persiste y está afectando a la salud del niño, es recomendable consultar con un ortodoncista o pediatra. Ellos podrán evaluar el grado de daño y recomendar el tratamiento más adecuado.

Recuerda

Chuparse el pulgar es un hábito común en los bebés y niños pequeños, un comportamiento natural y reflejo inconsciente en los recién nacidos.
Si la succión del pulgar continúa más allá de los dos años, puede empezar a generar problemas en la salud bucal del niño.
Los niños recurren a chuparse el pulgar cuando se sienten estresados, cansados o inseguros.