Pasamos en torno a 1.800 horas cada año en nuestro puesto de trabajo, en las que, además de trabajar, socializamos con nuestros compañeros. Las diferentes personalidades y actitudes, sumadas a situaciones de estrés o tensión, dan lugar a desacuerdos con cierta frecuencia. De no resolverse adecuadamente, estos conflictos en el trabajo pueden tener consecuencias sobre el desempeño laboral y el bienestar de la persona. Esto puede traducirse en ansiedad, estrés, frustración, dificultades para concentrarse o conciliar el sueño, etc.
Por este motivo, es importante contar con herramientas que nos ayuden a resolver estas dificultades de forma eficaz, positiva y empática.
La raíz de los conflictos laborales
Los conflictos en el trabajo pueden surgir por diversos problemas, ya sean entre personas o entre grupos de empleados. Conocer el origen de la disputa nos ayudará a abordarla correctamente.
Entre las causas más comunes de los conflictos laborales se encuentran las siguientes:
- Mala comunicación: cuando dos o más personas tienen formas diferentes de comunicar, esto puede llevar a malentendidos y confusiones.
- Presión: la presión y las prisas pueden trasladarse de unas personas a otras, provocando un aumento considerable del estrés. Esto hará que los trabajadores estén más irritables y facilitará las disputas.
- Conflicto de intereses: este tipo de desencuentros suele suceder cuando una o varias partes priman sus intereses personales por encima de los de la organización.
- Conflictos de valores: cuando varias personas tienen valores diferentes, esto puede trasladarse a distintas formas de abordar el trabajo y de afrontar los retos.
- Recursos escasos: los recursos de las empresas son limitados, por lo que su distribución entre personas o equipos puede ser una fuente de enfrentamiento.
Cómo actuar ante los conflictos en el trabajo
Conociendo el origen de los conflictos laborales, tendremos más posibilidades de detectarlos y abordarlos antes de que generen problemas de mayor calado. Además, hay algunos consejos que podemos aplicar para tratar de resolver o suavizar las situaciones de tensión:
- Escuchar y empatizar: es fundamental atender a las razones que nos pueda dar la otra persona y ponernos en su lugar para intentar comprender su comportamiento.
- Revisar nuestro propio comportamiento: Debemos ordenar nuestros pensamientos y luego expresar aquellos aspectos que nos molestan de forma clara, respetuosa y asertiva. Asimismo, debemos reflexionar sobre aquellas cosas que hemos podido hacer mal para tratar de subsanarlas.
- Buscar una solución alternativa: es fundamental buscar salidas a la situación de conflicto que pasen por un beneficio para ambas partes. Así, podremos pactar un remedio en el que ninguna de las partes se sienta agraviada ni menospreciada.
- Buscar un mediador: si no es posible encontrar una solución entre las partes implicadas, puede ser buena idea contar con una tercera persona que actúa de forma neutral y objetiva y ayude a alcanzar una salida equilibrada. Para ello, ambas partes deberán estar de acuerdo en recurrir a la mediación y comprometerse a acatar la decisión.
Debemos tener en cuenta que los desencuentros con otras personas son normales. Aprender a manejarlos y superarlos nos ayuda a desarrollarnos como personas y como profesionales. Sin embargo, si estos conflictos no pueden resolverse o comienzan a ser muy graves, puede ser necesario recurrir a acciones más drásticas como elevar una queja al departamento de recursos humanos o buscar un cambio de empleo.
Recuerda:
- Tener desencuentros en el trabajo es algo habitual, pero no debemos permitir que se conviertan en problemas graves.
- La mayoría de los conflictos suceden porque las personas tenemos diferentes valores y actitudes a la hora de abordar un nuevo reto o porque no logramos comunicarnos de forma efectiva.
- La comunicación y la empatía son fundamentales para resolver estos problemas.