Cuando oímos hablar de bacterias, a menudo pensamos en suciedad o microorganismos que son perjudiciales. Sin embargo, en nuestro cuerpo viven bacterias beneficiosas que cumplen importantes funciones para nuestra salud.
Se calcula que en nuestro interior viven 39 billones de microorganismos, un número mayor incluso que el de nuestras células, que se estiman en torno a 30 billones. Este conjunto de microorganismos se conoce como microbiota y está compuesto por virus, hongos, protozoos y, en su mayor parte, por bacterias.
La alimentación, los cambios en el entorno o el estrés pueden afectar a nuestra microbiota. Por este motivo, debemos tomar alimentos que nos ayuden a recuperarla y mantenerla.
¿Cuál es la función de la microbiota?
Podemos encontrar la microbiota en la piel y las mucosas de todo el cuerpo. No obstante, la mayor parte de ellas se concentran en el intestino y es lo que solemos llamar flora intestinal.
Así, la microbiota tiene una importancia crucial para la digestión, ya que ayuda a sintetizar los nutrientes. Además, también estabiliza el PH de las mucosas (intestino y vagina principalmente) y evita que penetren bacterias nocivas.
La ciencia continúa estudiando las funciones de las bacterias en el organismo, pues parece que pueden afectar a muchas otras funciones. De hecho, una investigación del University College de Cork apunta a que las bacterias buenas de nuestro cuerpo pueden tener relación con nuestra salud mental y estado de ánimo.
3 bacterias beneficiosas para el organismo
Aunque existen muchas bacterias diferentes, hay tres que son especialmente favorables y que podemos encontrar en alimentos comunes.
- Lactococcus: es un tipo de bacteria del ácido láctico que se usa para fermentar y conservar alimentos. Nos ayuda a prevenir el crecimiento de otros patógenos en el intestino y a prevenir la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). Además, contribuye a la producción de sebo en la piel, de forma que mejora su hidratación. Podemos encontrarla en productos lácteos, encurtidos, vino, cerveza, kéfir de soja o algunos tipos de pan.
- Lactobacillus: igual que el lactococcus, forma parte de las bacterias del ácido láctico y también evita el crecimiento de patógenos en el intestino. Del mismo modo, contribuye a controlar los niveles de colesterol y prevenir los cálculos renales. Los lácteos fermentados como el yogur, queso o kéfir y las verduras fermentadas como el chucrut son alimentos ricos en lactobacillus.
- Bifidobacterias: estos probióticos ayudan a descomponer los alimentos en la digestión y pueden actuar contra el estreñimiento o infecciones del tracto digestivo. Se venden en farmacias y también pueden encontrarse en alimentos fermentados, como lácteos o vegetales.
Además, algunas semillas como las de chía o lino son prebióticas, es decir, ayudan a mantener nuestra microbiota en buena forma. Aunque no contienen estas bacterias, tienen fibras altamente fermentables que permiten que las bacterias buenas se desarrollen correctamente.
Recuerda:
- Las bacterias presentes en el organismo nos ayudan a sintetizar los nutrientes que ingerimos y refuerzan nuestro sistema inmunitario.
- Podemos ingerir estas beneficiosas bacterias principalmente a través de lácteos y verduras fermentadas.
- Alimentos ricos en fibras altamente fermentables son indispensables para un buen mantenimiento de nuestra microbiota.