El deterioro cognitivo es un trastorno que afecta a una o a varias capacidades cognitivas, tales como la memoria, el lenguaje, la atención o la capacidad de razonar.
Quienes lo padecen presentan una alteración cognitiva superior al deterioro esperado por el envejecimiento natural, pero no han llegado a desarrollar demencia. De hecho, se calcula que solo la mitad de los casos de deterioro cognitivo se convierten en demencia. Esta patología la padecen una de cada de diez personas mayores de 65 años.
Es fundamental aprender a diferenciar entre los síntomas de deterioro habituales causados por la avanzada edad y aquellos que pueden asociarse a una condición médica y posible futura demencia.
La demencia, a su vez, está causada en el 75% de los casos por la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, también puede deberse a alteraciones vasculares cerebrales, a otras enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad por cuerpos de Lewy o, incluso, a alteraciones metabólicas producidas por el alcoholismo.
Síntomas del deterioro cognitivo
El diagnóstico precoz del deterioro cognitivo permite abordar este trastorno con el tratamiento adecuado, paliando los síntomas y contribuyendo a la mejora de la calidad de vida de sus pacientes. Como refería la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología en su Foro de Cronicidad, en el 50% de los casos la demencia es evitable, con una detección precoz del deterioro cognitivo y un abordaje específico del mismo.
Suelen ser los familiares y amigos más cercanos quienes primero detectan un deterioro cognitivo leve o demencia, al observar alguno de estos síntomas:
- Pérdidas de memoria.
- Desorientación de tiempo y lugar.
- Pérdida de cosas o aparición en lugares inapropiados.
- Dificultad para realizar tareas.
- Problemas de lenguaje y pensamiento abstracto.
- Cambios de personalidad recientes: suspicacia, temor, etc.
- Cambios de humor y conducta, frecuentes e inesperados.
Grados de pérdida de habilidades cognitivas
El deterioro cognitivo puede avanzar hacia una demencia o quedarse en estadios previos. Según el grado de déficit en las funciones cognitivas se clasificará la enfermedad como:
- Deterioro cognitivo leve: se ve afectada levemente la memoria y algunas funciones cognitivas superiores, sin repercutir en la vida diaria.
- Demencia leve: comienzan a verse afectadas las actividades diarias. Es habitual observar desorientación en el tiempo y el espacio o el olvido de nombres de personas conocidas. También cambios de conducta o problemas de memoria reciente.
- Demencia moderada: existe afectación de la conducta frecuente (agitación, agresividad, ansiedad, depresión…). Además, ya existe desorientación, dificultades de aprendizaje, dificultad de comprensión de órdenes, etc.
- Demencia grave: es casi imposible mantener una conversación, por sus dificultades de comprensión, de lenguaje y escritura. Existe una pérdida total de la memoria remota y dependencia total para las actividades básicas de la vida diaria.
En este sentido, el diagnóstico y tratamiento precoces ayudan a evitar el avance hacia los estadios superiores de la enfermedad. En materia de prevención, los ejercicios para fortalecer la memoria o para mejorar nuestra concentración y, en definitiva, la estimulación cognitiva, representan una de las estrategias no farmacológicas más estudiadas para el tratamiento y prevención del deterioro cognitivo.
Recuerda:
- El deterioro cognitivo es un trastorno que afecta a una o a varias capacidades cognitivas, tales como la memoria, el lenguaje, la atención o la capacidad de razonar.
- La mitad de los casos de demencia son evitables, con una detección precoz del deterioro cognitivo y un abordaje específico del mismo.
- La estimulación cognitiva representa una de las estrategias no farmacológicas más estudiadas para el tratamiento y prevención del deterioro cognitivo.