La disfagia es una condición que dificulta la capacidad para tragar alimentos líquidos o sólidos. Existen dos tipos: la orofaríngea, que afecta a la faringe; y la esofágica, que interfiere en el proceso por el que los alimentos bajan por el esófago.
Las causas de la disfagia son diversas: desde problemas musculares y nerviosos hasta enfermedades más graves. En este sentido, debes saber que cerca de 50 pares de músculos intervienen en el proceso de tragar, lo que subraya la complejidad de esta función fisiológica.
¿Cómo detectar la disfagia? Estos son sus síntomas
Reconocer los síntomas de la disfagia es crucial para recibir la ayuda médica necesaria. Estas son algunas señales que podrían indicar la presencia de este trastorno:
- Dificultad para tragar: en personas con disfagia, los alimentos se quedan atascados en la garganta o el pecho. Esta sensación puede ir acompañada de dolor al tragar.
- Tos y asfixia: durante las comidas, la tos persistente y la sensación de asfixia pueden indicar problemas en la deglución. Esto sucede, sobre todo, en la disfagia orofaríngea.
- Regurgitación y acidez: la regurgitación frecuente de alimentos, así como la acidez estomacal, pueden ser síntomas de malas degluciones.
- Pérdida de peso: las dificultades para tragar pueden llevar a una reducción en la ingesta de alimentos, resultando en pérdida de peso.
- Problemas respiratorios: la aspiración de alimentos hacia las vías respiratorias puede provocar infecciones.
La disfagia afecta a aproximadamente 2 millones de españoles, aunque solo el 10% de ellos están diagnosticados. Conocer los síntomas de la disfagia es clave para que las personas con este problema puedan recibir el tratamiento y la alimentación adecuados.
Consejos para una buena alimentación
Además de un tratamiento rehabilitador, las personas con disfagia deben seguir ciertas pautas para una correcta alimentación. En este sentido, no solo existen recomendaciones dietéticas útiles, sino que también hay algunos consejos que pueden ayudar a una correcta deglución en personas con disfagia:
- Texturas adaptadas: esto es, ajustar la consistencia de los alimentos según la gravedad de la disfagia. Esto puede implicar triturar los alimentos, ya sea en puré o líquidos más espesos, según las necesidades.
- Frecuencia de las comidas: consiste en optar por comidas más pequeñas y frecuentes en lugar de grandes ingestas.
- Postura durante las comidas: mantener una posición erguida mientras se come puede ayudar a prevenir la aspiración de alimentos.
- Evitar distracciones: comer en un entorno tranquilo puede mejorar la concentración durante la deglución.
- Higiene bucal: esencial para prevenir infecciones causadas por alimentos contaminados que pueden entrar en las vías respiratorias.
Estas prácticas promueven una alimentación más segura y contribuyen a la prevención de complicaciones derivadas de la disfagia. Sin embargo, es imprescindible que las personas con este diagnóstico consulten con el logopeda para favorecer su rehabilitación.