Nuestra piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y está expuesta a diversas influencias a lo largo de la vida, siendo una de las principales la radiación solar. Con el tiempo, la exposición al sol puede provocar cambios en nuestra piel, y uno de ellos son los conocidos lunares.
Estas pequeñas marcas pueden aparecer en cualquier parte de nuestro cuerpo y, aunque la mayoría son inofensivos, es crucial aprender a identificarlos adecuadamente.
¿Por qué aparecen los lunares?
Aunque muchas personas tienen lunares de nacimiento (conocidos como nevos congénitos), la gran mayoría de estas marcas suelen ir apareciendo con el paso del tiempo. Estas son las 3 causas por las que pueden aparecer los lunares:
- Exposición al sol: la radiación ultravioleta del sol es un factor importante en la aparición de estas marcas. La sobreexposición al sol puede estimular la formación de melanocitos, las células que producen melanina, resultando en la aparición de lunares.
- Factores genéticos: la predisposición genética también puede influir en la cantidad y tipo de lunares que una persona desarrolla a lo largo de su vida.
- Cambios hormonales: durante la adolescencia o el embarazo, los cambios hormonales pueden causar el oscurecimiento y crecimiento de los lunares preexistentes.
Además, debes saber que, además de los de nacimiento, existen otros 2 tipos de lunares. Por un lado, están los comunes, que son el resultado de la acumulación de melanocitos y suelen tener forma redonda u ovalada. Y en segundo lugar están los atípicos, o nevus displásicos, que tienen formas anómalas y bordes irregulares. Estos últimos aumentan el riesgo de melanoma.
Cómo saber si un lunar es maligno
Es fundamental estar atentos a las señales de alarma que indican que un lunar puede ser maligno. Para ello, podemos utilizar el método ABCDE:
- Asimetría (A): los lunares normales tienden a ser simétricos. Si un lunar muestra una forma irregular o asimétrica, es recomendable consultarlo con el dermatólogo.
- Bordes irregulares (B): si los bordes de un lunar son irregulares o dentados, es recomendable realizar una evaluación médica.
- Color (C): los normales suelen tener un solo color homogéneo. Si un lunar presenta diferentes tonalidades o colores, podría ser motivo de preocupación.
- Diámetro (D): aunque no es una regla fija, los melanomas tienden a ser más grandes que los lunares benignos. Si un lunar tiene un diámetro mayor a 6 mm, es conveniente que sea evaluado por un especialista.
- Evolución o cambio de aspecto (E): cualquier cambio significativo en la forma, tamaño o color de un lunar existente debe ser revisado por un dermatólogo.
En resumen, ante cualquier duda o sospecha, no dudes en acudir al especialista para que haga un examen en busca de posibles manchas peligrosas. No obstante, recuerda que es crucial proteger la piel de la exposición excesiva al sol. De este modo, podremos reducir el riesgo de desarrollar nuevos lunares potencialmente malignos.