La principal consecuencia de tener turnos de trabajo es la falta crónica de sueño, resultado de dormir poco y mal. De ahí la dificultad para mantenerse despierto durante las horas de trabajo y el descenso en el rendimiento laboral.
El ser humano está hecho para trabajar de día y dormir de noche. Pero a veces las necesidades vitales son incompatibles con las exigencias laborales. Hay personas que deben trabajar de noche, exponiéndose al “trastorno por mala adaptación al trabajo a turnos” que figura ya en la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño (ICSD-3).
Dicho esto, ¿qué puedes hacer si trabajas de noche siempre, o si corres turnos y cada semana trabajas en un horario diferente?
- Juega con la luz. Si tienes turno de noche, exponte a unos 45 minutos de luz blanca antes de ir a trabajar. Y cuando vuelvas por la mañana, usa gafas de sol y mantén tu casa a media luz, es decir, crea penumbra antes de acostarte.
- Evita el ruido. Antes de irte a la cama, apaga todo aquello (teléfono, timbre de la puerta…) que pueda turbar tu sueño. Si es necesario, utiliza tapones para los oídos.
- Trata de relajarte antes de meterte en la cama (por ejemplo, dándote una ducha).
- Aliméntate inteligentemente. No cenes de manera copiosa antes de ir a trabajar, te sentirás más pesado. Y cuando vuelvas a casa, no comas ni bebas demasiado. Así no tendrás que levantarte para ir al baño y volver a conciliar el sueño. Procura mantener un horario regular de comidas y no abuses de las bebidas estimulantes (café, té, colas).
- Si a pesar de todo no duermes del tirón las horas necesarias, échate una siesta antes del trabajo y, si en el trabajo está permitido, otra corta hacia las cuatro de la mañana.
Y un último consejo muy difícil de seguir: en la medida de lo posible, no cambies tus horarios en los días de asueto.