Existe una “manta” que cubre la Tierra, atrapando el calor del sol y manteniéndonos cálidos. Sin embargo, esta “manta” es cada vez más gruesa, un fenómeno que contribuye, en gran medida, al cambio climático. Pues bien, los hilos de esta “manta” son lo que se conoce como gases de efecto invernadero.
Como dice su nombre, los gases de efecto invernadero producen un efecto similar al que se experimenta en un invernadero. Es decir, las temperaturas en estas instalaciones son más extremas que en el exterior. La presencia de estos gases es esperada en nuestra atmósfera. Sin embargo, su aumento descontrolado altera nuestros ecosistemas y puede suponer un riesgo.
¿Cuáles son los gases de efecto invernadero?
Como decíamos, la presencia en exceso de ciertos gases en nuestra atmósfera es lo que provoca el efecto invernadero. Estos gases de efecto invernadero son:
- Dióxido de carbono: este gas se libera, principalmente, a través de la quema de combustibles fósiles. También se libera al talar árboles y deforestar áreas, ya que los árboles absorben dióxido de carbono y lo almacenan. Sin ellos, el dióxido de carbono permanece en nuestro aire.
- Metano: el metano se origina en fuentes como los vertederos, la ganadería y la producción de gas natural. Aunque su vida en la atmósfera es más corta que la del dióxido de carbono, su capacidad para atrapar calor es mucho mayor.
- Óxido nitroso: este gas se produce a partir de las actividades agrícolas, la quema de combustibles fósiles y la industria química. Aunque es menos común que el dióxido de carbono, es mucho más potente en términos de efecto invernadero.
- Gases fluorados: se trata, entre otros, de los hidrofluorocarbonos. Se utilizan en aplicaciones industriales y de refrigeración. A pesar de su baja presencia en la atmósfera, son extremadamente efectivos en la captura de calor.
- Ozono: en concreto, el ozono troposférico, que no debe confundirse con la capa de ozono, nace como resultado de complejas reacciones entre los contaminantes del aire.
Otro importante gas de efecto invernadero es el vapor de agua, que es, además, el más abundante del mundo. Sin embargo, su emisión no se debe a la actividad humana y, además, no se conocen cuáles son exactamente sus efectos.
6 formas en que podemos ayudar a reducirlos
Por fortuna, existen algunas acciones que podemos incorporar a nuestra vida diaria para contribuir a la reducción de los gases de efecto invernadero. Estas son 6 de ellas:
- Reducir el uso de vehículos con combustibles fósiles: elige medios de transporte más sostenibles. Caminar, andar en bicicleta o utilizar el transporte público… O, si es posible, adquiere un vehículo híbrido o eléctrico.
- Ser eficientes energéticamente: en casa, utiliza bombillas de bajo consumo y electrodomésticos eficientes desde el punto de vista energético. Además, asegúrate de que tu hogar esté bien aislado para reducir la necesidad de calefacción y refrigeración.
- Apostar por fuentes de energía renovable: apoya la transición a fuentes de energía renovable, como la solar y la eólica. En este sentido, puedes considerar la instalación de paneles solares en tu hogar.
- Reducir, reutilizar y reciclar: minimiza los residuos que generas y recicla siempre que sea posible. La producción de desechos y su eliminación contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero.
- Apoyar la conservación de bosques: los bosques son la herramienta más útil para absorber el dióxido de carbono de la atmósfera. Apoya iniciativas de conservación forestal y evita la deforestación.
- Consumir con responsabilidad: elige productos con menor huella de carbono. Esto incluye alimentos de producción local y sostenible, así como la reducción del consumo de carne y lácteos.
Además, recuerda la importancia de dar a conocer en tu entorno las distintas formas de contribuir a reducir los gases de efecto invernadero. A nivel europeo, la Ley de Clima de la Unión Europea ha establecido que, para 2050, el territorio debe alcanzar cero emisiones netas. Nuestro papel para lograr este objetivo es clave.